Hace muchos años participé, con un grupo de amigos, de un equipo de carreras automovilísticas en una categoría "zonal" argentina. Eran coches hechos artesanalmente con caños, chapas de aluminio, carrocería de fibra de vidrio y motor de moto, de costos muy bajos. Poníamos en él, dependiendo de las posibilidades de cada uno, tiempo, trabajo o dinero. ¡O todo ello!. Eramos felices haciéndolo. Las jornadas de carreras se organizaban entre varias categorías muy diversas, pero unidas por la pasión a este deporte. Pero un día de esos ocurrió lo que nadie deseó jamás... En una de las carreras pasó un coche con fuego en su parte posterior. Una vuelta, dos, tres... No entendió las señas, no hizo caso a las banderas que le marcaban que estaba en peligro. Siguió acelerando hasta que el fuego quemó los conductos de los frenos, no consiguió doblar en una curva rápida, se estrelló contra el guarda-rail y las llamas lo envolvieron. De nada sirvió la acción de los bomberos y de todos los que al lugar llegamos provistos de matafuegos. Porque a los pocos minutos de apagado el incendio el piloto murió. Jamás pude olvidar (supongo que tampoco los que me acompañaron ese día en ese lugar) las miradas suplicantes de ese chico entre las llamas... La gente en general no elige cómo morir. Pero puede elegir cómo vivir. Me quedo con la idea que murió haciendo lo que quería, siendo feliz, persiguiendo un sueño...
Al contrario del pensamiento general estoy seguro que es mucho mas difícil vivir que morir. Hay gente para la cual la vida es una guerra, batalla tras batalla intentando alguna conquista y procurando no perder en ello algún territorio ganado a base de esfuerzo y sangre, con alguna condecoración en su pecho y demasiadas heridas en el cuerpo y lo que es peor aún, en mas de un momento con ganas de capitular. Se bien que es así pues así he vivido. Pero ya no. Porque desde hace un tiempo he convertido mi vida en un juego muy serio y aún mas apasionante. Que, como todo buen juego, me proporciona: herramientas para superar adversidades, premios por objetivos alcanzados y algunas esporádicas pizcas de sufrimiento de esas necesarias para llegar a la meta que es, ni mas ni menos, que ser FELIZ...
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