sábado, 13 de noviembre de 2010

Vasto mundo

Mi primera infancia, y hasta los 10 años mas o menos, transcurrieron en un barrio (Barrio Namuncurá) de la localidad de Ezpeleta. Era un barrio de clase trabajadora, familias de clase media con ganas de progresar, de "primera casa propia" comprada con créditos hipotecarios. Cuadrado perfecto de 100 metros de lado, con dos tipos de casas: de una planta las cercanas a los ángulos y de 2 plantas las centrales. El perímetro estaba constituido por 3 calles de tierra y "la avenida", que era la asfaltada y única vía de comunicación directa con el resto del partido. Y en el centro (de la manzana y de mi vida) una canchita de futbol huérfana de césped pero pródiga en hazañas deportivas.
Para ser estricto, ese era el barrio donde vivían mis padres. No pienses que me había emancipado a los 6 años!!! Es que, a esas edades, el barrio que nació cuando mis amigos y yo lo poblamos, lo recorrimos y lo conquistamos, se extendía solo hasta donde mi madre (y las madres de mis amigos) nos podían ver asomadas a la puerta, hasta donde el llamado a tomar la leche podía ser escuchado. El resto, los otros tres lados del cuadrado, conformaban otros barrios, un territorio para nosotros misterioso, lúgubre, inhóspito, amenazador, imposible de ser recorrido en soledad. Pero que, al fin de cuentas, formaba parte de mi, por entonces, vasto mundo.
A medida que el tiempo pasa y creces tu mundo se va ampliando. Vas conociendo primero tu ciudad, luego las ciudades lindantes, las lindantes a las lindantes... Hoy a mis 47 años mi "barrio" tiene mas de 10.000 kilómetros porque resido en España y mis hijos en Argentina. No alcanzo a dimensionar mi mundo. Pero seguro que sigue manteniendo la misma característica de mi "primer" mundo: una zona conocida y acogedora y la otra, inhóspita y misteriosa y por tanto cautivante...

5 comentarios:

  1. Me hiciste viajar en el tiempo, Diego. Se me cruzaron miles de imágenes y sonidos.
    Lo del llamado a tomar la leche (en mi caso a las 5 o´clock), lo tenía guardado entre alguna neurona.
    Ese barrio nos marcó de una manera que nunca vamos a terminar de descubrir. En esa canchita y en esa vereda sobre Centenario empezamos a conocer el mundo.
    Recuerdo que siempre me mandaban al arco porque era un gordo patadura, pero lo importante pasaba por todas las cosas que mencionás.
    En ese barrio, con nuestras familias, amigos y vecinos, empezamos nuestro viaje. Ahí hemos incorporado, tal vez, la mayoría de los valores que hoy defendemos y tratamos de transmitir a nuestros hijos.
    A vos y a mí, de a poco, la vida nos fue distanciando, pero siento un vínculo indefinible que nos une. Igual me pasa con Eliana y tus viejos.
    Gracias por tu nota, fue la mejor manera de empezar este caluroso domingo porteño.
    Abrazo!, Gustavo Drake.

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  2. Así como creo que el barrio nació cuando nosotros, nuestra pandilla, lo poblamos, lo recorrimos y lo conquistamos, estoy seguro que murió cuando nos fuimos mudando. Quedaron, eso sí, las casas, algunos vecinos, pero NUESTRO BARRIO había muerto... Vivíamos libres, vivíamos seguros, vivíamos despreocupados. Tu casa era extensión de la mía y la mía de la tuya, y así con todos...
    Teníamos un fortísimo sentido de la unión y la lealtad que eran innatos, incluso en las broncas. Y tan fuerte era que ni el tiempo ni
    la distancia lo hicieron olvidar...
    No me des las gracias porque esta nota no podría ser escrita si no hubiésemos compartido nuestra infancia en nuestro barrio...
    Otro abrazo para vos!!!!!!!

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  3. Mi barrio estaba separado del tuyo por miles de kilómetros, sin embargo, mientras leía tu descripción, me veía de niña jugando a las tabas, al hinque o al escondite entre los dos bloques que delimitaban mi "espacio". Y también recuerdo como mi madre se asomaba a la ventana del quinto piso para decirme que había que subir ya a cenar, perfectamente sincronizada con el resto de las madres que lo hacían minuto arriba, minuto abajo.

    No hace mucho pasé por allí y, salvo que todo era mucho más pequeño (los jardines, las aceras que los bordeaban, el colegio junto a mi casa...), el resto estaba igual. Bueno, casi igual.

    Faltaban los niños. Yo recordaba aquella pequeña plaza llena de niños, unos jugando a las cartas, empujados de vez en cuando por los que se perseguían corriendo alrededor; más allá las niñas que jugaban a la cuerda o aquellos que competían con las chapas en un circuito dibujado en el barro de aquel rinconcito que debió olvidar el ayuntamiento y no era ni jardín ni acera.

    Las Sanjuanadas con chocolatada a la que bajaba todo el barrio, niños y mayores, los "piques" con los del barrio más cercano porque nos robaban los cartones de la hoguera alegando que nosotros se los habíamos robado a ellos, los viernes casi al anochecer porque al día siguiente no había que madrugar...

    Muchas veces oigo a mi niño y a sus amiguitos que se aburren. ¡Que se aburren! No sería capaz de recordar ahora todas variedades de carreras que podíamos hacer (a pillar, a pillar pero no vale si estás en "alturitas", a pillar pero no vale si dices stop y te quedas como una estatua hasta que te toque un compañero...)

    ...Al escondite, a la pídola, al hinque (hoy en día ver a un niño con una varilla de hierro sería motivo para quitar la custodia a los padres, pero era divertido lanzarlo con fuerza y que quedase clavado en el barro, cuanto más erguido mejor.

    ...A mamás y papás, haciendo un arroz desgranando unas ramitas del jardín, alubias con piedras (o lentejas según el tamaño) y fresas arrancando una flor de color rosa de su tallo y chupando la parte más cercana a él.

    ...A las tabas, al yo-yo, a las canicas, a la cuerda, a la goma, a la pelota, a las esquinitas, ¡a inventarse a qué jugar!

    ¿Dónde están ahora los niños? ¿Por qué no saben jugar? ¿Por que se están perdiendo lo que para mí fueron los mejores momentos de mi niñez, a pesar del moratón en el trasero causado por un trozo de papel bien enrollado y lanzado con tirachinas por algún chico que, por supuesto, no era del barrio, o de las rodillas eternamente encostradas mientras aprendía a patinar...?

    Tienen muchas cosas que no tuvimos, pero siento que se pierden las que, para nosotros, fueron las mejores. Ellos recordarán el camión de bomberos teledirigido con escalera extensible, pero yo recordaré a mi amiga Pepi.

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  4. No caigas en el error de creer que los niños de ahora no saben jugar, o se están perdiendo algo...
    Los tiempos cambian. Mi padre me decía que él no había tenido de chico todo lo que yo he tenido. Y yo no tuve lo que tuvieron los míos, pero sé que mi padre, yo y mis hijos, de forma diferente, hemos disfrutado de la niñez. Por supuesto que me hubiese encantado que mis hijos gozaran de espacios como los de mi viejo barrio... así también de disfrutar yo de la tecnología y del acceso a la información que ahora tienen ellos.
    Los tiempos cambian y nosotros con ellos. Plancha a carbón y centros de planchado, horno a leña y pirolíticos, coches con arranque a manivela y coches con ABS y ESP que aparcan solos. Y nosotros en el medio, con la posibilidad de disfrutarlo todo....

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  5. Nuestro barrio... Paso por distintas razones cada tanto por ahí, y lo veo descuidado y sin vida. Creo que durante nuestra niñez no era así o yo lo quería tanto que no lo veía así. Empiezo a recordar quién vivía en cada casa. Me da mucha nostalgia.
    La entrada a la canchita tiene una reja, que seguramente se cerrará de noche. Pienso en todas las casas que tenían una puerta trasera que tantas veces permanecía abierta. Las veces que nos pasamos a la casa de los Villalobos trepando la pared del patio.
    Ahora lo siento como una enorme familia que habitaba una casa gigante y nosotros recorriéndola habitación por habitación, porque íbamos a una casa y de ahí todos a otra y a otra y a la canchita, y nos pasábamos la tarde deambulando de un lado a otro.
    Pocos días antes de dejar mi cargo de maestra, se inscribió en mi grado un nene que venía de otra escuela. Le pido a la mamá que me diga su domicilio para registrarlo y me dice: Centenario 4303. Creí que me desmayaba. No sé qué cara puse que la señora me miró. Mi casa-le dije. -Cómo?? - Esa era mi casa. Viví ahí hasta mis 9 años. Amo esa casa y ese barrio.
    Ahora trato de descubrir en cada foto que el nene publica en facebook, un rincon conocido de la casa...
    Ya voy a volver con Adriana y Gustavo a sacarnos fotos...
    Eliana

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