Echo de menos la canchita de futbol de mi barrio, al "pan - queso" y al ir al piso aún a riesgo de lastimarme, porque en cada pelota se nos iba la vida...
Echo de menos a Styx y su "Babe" sonando en los bailes del S.I.Q., al Snack en la Plaza de la Cruz con el Negro, y a la vuelta posterior en su Taunus para pispear el panorama...
Echo de menos los partidos de golf con el Gaita, por el alfajor y la Coca; al par 5 del Ranelagh y a la copa que ganamos juntos...
Echo de menos el trabajo donde la retribución no sea solo el salario; a asumir responsabilidades, a tomar riesgos. A cobrar en especias...
Echo de menos Palma de Mallorca, y a la hermosa sensación de haber vuelto donde jamás había estado. A los abuelos y a Antonio. Y a mi viejo... ¡¡cuánto!!...
Echo de menos mi moto, y esos paseos sin rumbo, disfrutando carreteras, paisajes, y el ambiente motero en cada alto en el camino. A ir de pueblos sin prisas, tomados de la mano, contigo...
Echo de menos los asados en la quinta de Caña, a las peleas de Tyson que duraban lo que un bocado. A las horas de pool en Manhatan, al backgammon, al Blenders y a Acapulco...
Echo de menos las noches de viernes en el taller, dándole los últimos retoques al fórmula antes de las carreras; al café batido a taladro; a la felicidad de un podio y a la decepción de un abandono...
Echo de menos al 2CV y a la Fuego, y a la Silverado hecha monster. A los sorteos con moscato...
Echo de menos al Club Ducilo y a los entrenamientos con el Gato. A la Maxply y a la limonada de don Siri. A las zapatillas blancas teñidas de polvo de ladrillo; y al "meta vivir nomás..." de Panchito...
Echo de menos, pero no sufro por ello, porque todo lo que extraño, en definitiva, lo he disfrutado tanto como hoy disfruto de otras cosas a las que, en un tiempo y afortunadamente, también echaré de menos...